martes, 14 de enero de 2014

Dos Noches de Verano — 9 — Clara: Doble confrontación

>Clara: Doble confrontación.


La bestia nos miró a los ojos. A mí y a Nick a la vez. Y seguramente a Croft y a Clay también. Tenía más de dos ojos. Podía verlo todo al mismo tiempo. 
Alcanzaba a distinguir cada una de sus partes con la poca luz que llegaba de la calle. Podía distinguir sus ojos, sus brazos, sus pies, sus bocas, sus oídos, sus cabellos distintos y sus heridas. 
Tome el abrelatas que había traído Henry. Tuvo razón. Tuvo razón todo ese tiempo. Había predicho a ese monstruo. 
Pero eso no me ayudaba en nada entonces. Entonces Henry estaba muerto. Quizá solo salíamos vivos de esa con su ayuda. 
Aun así, él había dicho que el abrelatas era importante. Entonces, no podía hacer más que tirarme a la suerte. 
Me lancé sobre la bestia, y esta me atacó a mí. Logré enterrar el abrelatas en uno de sus ojos, y esta me golpeó a la vez que chillaba de dolor. Caí al suelo con fuerza y oí varios disparos. Me levante rápido y, cuando los tiros cesaron, me acerqué a la bestia y le saque el abrelatas que había quedado enterrado en su ojo. Entonces lo volví a enterrar en otro de los ojos, y Clay volvió a atacarlo con el hacha.
—¡A los ojos, Clay! —grité. Si no podíamos matarla rápido, al menos podíamos dejarla ciega y escapar. 
No duramos mucho. La bestia nos golpeó a los dos casi de inmediato. Me apoyé contra la pared y entonces note que Nick no estaba. ¿Nos había abandonado? Ah, excelente. 
La bestia fue contra Clay, pero apenas me acerqué se giró hacia mí. Abrí la puerta que tenía cerca de mí y me cubrí detrás. La criatura la golpeo y luego volvió a moverse, seguramente hacia Clay. No íbamos a poder darle si seguía así. 
Salí y arremetí con el abrelatas una vez más. Esta vez no pude ni acercarme esta vez; la mole se giró y casi me golpea. 
Escuché pasos en la escalera; cuando mire, se trataba de Nick, con una de las ramas en una mano y una botella en la otra. Usó la rama, y trato de… empalar a la bestia. No funcionó. La bestia atrapó la rama con las manos y se la arrebató. 
—¡Bien hecho! Ahora esta armada —le dije, a la vez que la bestia volvía a por mí con la rama en mano. 
Me escondí tras la puerta una vez más. En eso, Nick destapó la botella y le lanzó algo a la bestia. Esta volvió a gritar, y fue tras Nick. Clay empezó a machacarla desde atrás y Nick siguió salpicando con lo que fuera que tenia la botella. Con el abrelatas, volví a apuntar a los ojos, y Croft le empezó a dar con el mango de la pistola. La criatura golpeó a Nick y luego a Croft, pero seguimos sobre ella con todo lo que teníamos.
Al final, el monstruo cayó al suelo. Y luego de unos momentos en que insistimos, dejo de moverse. Nick nos dijo que abriéramos las ventanas y nos alejáramos. Le había lanzado acido muriático. 
Una vez abajo, encendimos las luces. 
—Uh, bueno, eso fue… —musitó Nick.
—Si viene otra igual, estamos muertos. —Dijo Clay.
—Me queda una sola bala —dijo Croft. 
—...Estamos jodidos. —Suspiró Clay.
—Em, Clara —me dijo Nick, mirándome—. ¿Qué hacías con el abrelatas? 
—¿Eh? —dije—. ¿A qué te referis? 
—A por qué andabas con el abrelatas. No hay latas para abrir acá…
—Pues... no tenía nada más para defenderme —me levanté de hombros. Era mentira. Era porque había empezado a creer lo que había dicho Henry cuando el hombre que lo atropelló dijo llamarse Clay. Henry me dijo que lo íbamos a encontrar mañana, junto a otro tipo más, pero aun así…
—Ah —dijo Nick, pareciendo creerme. Era mejor así. Henry dijo que el solo decirnos sobre ello iba a afectar el futuro. ¿Quizá sería mejor no decirles nada? 
No, debíamos prepararnos. Debía decirles sobre las predicciones de Henry. Pero primero debía ver su cuaderno. Si se los decía de la nada no iban a creerme, como yo con Henry. Posiblemente hasta fueran a tratarme de loca, luego de lo que paso cuando llego Clay. 
—Supongo que habrá que sacar el cuerpo —dijo Croft.
—Está cubierto de esa cosa negra —dijo Clay—. Ni loco voy a meter las manos ahí. 
—Hay que hacerlo, no podemos dejarlo ahí. Seguro empieza a oler mal. 
—Entonces mejor cambiémonos de casa. 
—Lo lamento, Clay, pero me niego siquiera a abrir la puerta —dijo Nick—. No de noche, al menos. 
—¿Qué te hace pensar que son nocturnos? —preguntó Clay.
—Ese multicadáver que hay en el segundo piso. Dudo que hayamos tenido la suerte de toparnos con el único monstruo múltiple en la ciudad. 
—Podemos cubrirnos la manos con algo... —propuso Croft.
—No va a pasar nada. Ese líquido negro es inofensivo para la piel —dije.
—¿Cómo sabes? —dijo Clay.
—Henry me lo dijo. 
—Em… Clara, no sé cómo decirte esto, pero como que Henry se murió. No sé si te enteraste. 
—No se transformó porque tocó la cosa negra. Se transformó porque tenía una herida abierta en la mano y le cayó líquido negro ahí. 
—¿Estás segura? —Clay me miró de soslayo.
—Estuve ahí, genio. Revísense en busca de heridas. Cuídense de cualquier cosa pequeña como una astilla enterrada. 
Croft, Nick y Clay se comenzaron a revisar los brazos, y luego los pies. Yo también hice lo mismo. Solo tenía la herida del disparo, pero estaba vendada y cubierta. 
—Nada —dijo Clay.
—Nada —repitió Nick.
—Tampoco nada —terminó Croft—. Busquemos bolsas plásticas y saquemos el cuerpo de ahí. 
En la cocina tomamos varias bolsas y nos las pusimos en las manos. El líquido era inofensivo, pero tampoco queríamos mancharnos. Subimos y empezamos a sacar el cuerpo. 
—Dios, es peor a la luz —gruñó Nick. 
Lo dejamos caer por las escaleras, y una vez abajo lo arrastramos hasta la calle. Entramos rápido, antes de que viniera otra criatura. 
—¿Creen que aguantemos hasta mañana? —dijo Nick.
Según Henry va a ser así, pero ahora... 
—No si no hacemos nada —dijo Croft—. Vamos al garaje a buscar tablas y cubramos todas las ventanas. Mañana vamos a salir a buscar armas. 
—Podríamos hacerlo ahora. Está claro que esta noche no vamos a dormir —dijo Clay—. Bien podríamos hacer guardia con algo para defendernos. 
—Como dije, no me gusta la idea de salir ahora —dijo Nick.
—Si entra otro nos va a matar —respondió Clay.
—Si hay otro afuera nos va a matar. 
Henry había dicho que había visto cosas sobre los monstruos. Lo tenía todo escrito en su cuaderno. ¿Quizá había escrito sobre si esas bestias eran nocturnas? 
—Dejen de perder el tiempo peleando y hagamos una cosa a la vez, ¿bien? Luego nos preocupamos de eso —dije. Nick y Clay me miraron con cara fea, pero partimos los cuatro al garaje. Había algunas tablas, un martillo y varios clavos. Tomamos todo, junto con varias piedras y nos pusimos a trabajar. Excepto por Croft, que se ofreció a limpiar las manchas que había dejado el monstruo. 
El segundo piso era de cerámica, así que sería fácil. Pero para las ventanas del primer piso íbamos a tener que tapar con muebles o algo, ya que eran de concreto. 
Me lleve la mochila de Henry a la habitación. Era algo pesada. ¿Había cargado con eso durante todo el camino? 
Martillee tan rápido como pude, cubriendo la ventana en solo diez minutos. Apenas terminé, dejé todo en el suelo y abrí la mochila. Entre la comida y el agua, había un cuaderno con una simple tapa amarilla y azul al reverso. Cuando lo abrí, creo que maldije a Henry unas diez veces. 
Escribía pequeño. 
Eso iba a tomarme tiempo…

>Clay: Apagar las luces.

lunes, 13 de enero de 2014

Dos Noches de Verano — 8 — Henry


>Henry.

Una noche de verano, hay una muerte. 
Una noche de verano, nadie logra dormir. 
Una noche de verano, todos pierden la vida. 
Croft y Nick explorarán la casa, puesto que ellos no habrán llegado mucho antes que yo y Clara. Nosotros nos quedaremos afuera, montando guardia. Luego de un día de caminar por la ciudad, los pies van a dolernos bastante, pero al menos ya estaremos en la zona norte. 
Solo tendremos que esperar. 
Miraré por la ventana hacia las luces de la calle, y una de las criaturas pasara entre ellas. Solo alcanzaré a ver una silueta, pero notaré que es más grande de lo normal. Luego, esta silueta volverá para atacarnos. Pero sabré que hacer. 
—Henry... —dirá Ella, preocupada.
—¿Qué pasa? —diré, levantando la cabeza.
—Tenes un poco de esa cosa negra en el brazo. —responderá, señalando hacía mí.
No voy a preocuparme. Sé que es inofensiva en la piel. Pero cuando me pasé la mano para limpiarla, sentí un dolor en la palma. 
Tenía una pequeña herida. Una astilla de la rama que se me había enterrado. El líquido negro la cubrió rápidamente. 
Mierda. 
Ese no era un sueño. 
Entonces iba a morir. No debía suceder así…
Corrí al baño a lavarme la herida y me eché alcohol, pero ya era tarde. El ardor del liquido negro continuaba; ahora más adentro. 
Ella se paró en la puerta, asustada. Cuando la miré, pareció entender. 
—¿Te vas a...?
—Sí... 
El dolor se expandía por mi mano, poco a poco. Ella se fue corriendo al living. Salí del baño para seguirla, y cuando la vi tenía su rama en la mano. 
—Henry, por favor, ándate ahora. No quiero tener que matarte —dijo, sujetando la rama con fuerza.
—No puedo. Ella, tengo que decirte algo importante. 
—¿Qué? ¿Qué es? —exclamó Clara, agresiva.
—Debo tener cinco minutos, más o menos. Voy a tratar de hacerlo rápido.
Ella no bajó la rama, y respiraba pesadamente. 
—Todos ustedes se van a morir, mañana. Antes de que llegue el rescate. 
Ella se quedó mirándome con incredulidad. 
—Yo sueño con el futuro —dije.
Clara corrió hacia mí y empezó a golpearme con la rama, llevándome hacia la puerta. 
—¡Andate! ¡Ya te volviste loco! 
—Mierda, por eso no quería decirles —mascullé, y logré atrapar la rama con mi mano herida—. Te estoy diciendo la verdad. Puedo probarlo. 
—¡Ya andate de una vez! —gritó Clara, mientras seguía empujándome con la rama hacia la puerta.
—Esta noche… va a entrar a la casa un monstruo diferente a los demás… por la ventana del segundo piso —sujeté la rama con más fuerza y Clara ya no pudo empujarme, y continúe hablando—. Va a ser como varios de ellos en uno solo. Mañana en la mañana vamos a encontrarnos con un tipo llamado Clay, acompañado de otro llamado Anthony. Al medio día, este líquido negro va a aparecer en el agua. Anthony va a tomarla y se va a transformar. Por la tarde, el equipo de rescate no va a aparecer. Los helicópteros no van a venir nunca, y vamos a terminar muriendo al infectarnos. —Ella me miraba, escuchándome pero sin cambiar su expresión. Tenía que decir algo más—. Tu madre y tus dos hermanos menores se transformaron esta mañana y trataron de matarte. Eso me lo ibas a decir mañana. 
Ella se detuvo. No me había querido hablar de eso cuando caminábamos hacia acá. Nunca me lo había dicho. Pero me lo iba a decir al día siguiente, cuando le preguntara por qué estaba triste. Aunque fuera doloroso, mencionárselo era lo único que podía hacer para lograr que me escuchara. 
Ella retrocedió unos pasos. 
—Todos se van a morir mañana —repetí.
Ella permanecía callada.
—En cada semana hay un día en el que sueño con los eventos que van a ocurrir en la semana siguiente. Es así desde que llegue a la ciudad. Siempre están en lo correcto, hasta en el más mínimo detalle. Cuando me despierto, anoto todo lo que vi para poder anticiparme. 
Sentía el dolor en las venas de mi brazo. Se estaba expandiendo. 
Ambos permanecimos en silencio.
—No puede ser... No tiene sentido —dijo Ella. 
—Es la verdad. 
—No... Estas mintiendo. Si fuera así habrías visto todo esto. Te habrías ido de la ciudad. 
—Me quede para salvarlos. 
—Somos unos extraños para vos. 
—Mañana no lo serian. Por eso lo hice. No quería que murieran, pero no había otra forma. No tenía como contactarme, y aunque pudiera, no me habrían creído. 
—Pero, entonces, ¿por qué te infectaste? Si podes ver el futuro, ¿por qué no evitaste tu muerte? 
—Porque en cuanto cambia algo ya no puedo saber lo que va a suceder. Cuando nos atacó ese primer monstruo, sabía que me iba a golpear con fuerza. Y por predecir el movimiento y atacarlo de otra forma, me enterré una astilla en la mano. Ese fue mi error, y de haberlo sabido habría recibido el golpe. No quería decirles de esto para evitar cualquier variable impredecible, pero ahora no tengo otra opción. 
Sentía el dolor llegando a mi corazón. Solo tenía algunos segundos. 
Clara no sabía que decir. 
—Tenes que hacerlo vos, ahora. Salvarlos. En mi mochila esta mi cuaderno, con las anotaciones. Tiene escrito todo lo que debía haber sucedido. También tiene información importante sobre la gente trastornada. Cosas de las que nos enteramos mañana y cosas que nos enteramos hasta cuatro días después, que es cuando termina la semana que vi. 
Clara solo me miraba.
—Todo lo que tengo en la mochila va a serles útil... El abrelatas, la comida, la botella con agua limpia... 
—Estás loco, Henry. Andate de acá ahora… —dijo Clara, mientras volvía a levantar su rama.
—Pero si te demostré…
—Seguro lo mencione en el camino acá y ya me olvide. Salí de acá, Henry. No quiero escuchar nada más… 

El dolor seguía haciéndose más grande. Empezó a subir. Y llegó a mi cabeza.

>Clara: Doble confrontación.