lunes, 13 de enero de 2014

Dos Noches de Verano — 8 — Henry


>Henry.

Una noche de verano, hay una muerte. 
Una noche de verano, nadie logra dormir. 
Una noche de verano, todos pierden la vida. 
Croft y Nick explorarán la casa, puesto que ellos no habrán llegado mucho antes que yo y Clara. Nosotros nos quedaremos afuera, montando guardia. Luego de un día de caminar por la ciudad, los pies van a dolernos bastante, pero al menos ya estaremos en la zona norte. 
Solo tendremos que esperar. 
Miraré por la ventana hacia las luces de la calle, y una de las criaturas pasara entre ellas. Solo alcanzaré a ver una silueta, pero notaré que es más grande de lo normal. Luego, esta silueta volverá para atacarnos. Pero sabré que hacer. 
—Henry... —dirá Ella, preocupada.
—¿Qué pasa? —diré, levantando la cabeza.
—Tenes un poco de esa cosa negra en el brazo. —responderá, señalando hacía mí.
No voy a preocuparme. Sé que es inofensiva en la piel. Pero cuando me pasé la mano para limpiarla, sentí un dolor en la palma. 
Tenía una pequeña herida. Una astilla de la rama que se me había enterrado. El líquido negro la cubrió rápidamente. 
Mierda. 
Ese no era un sueño. 
Entonces iba a morir. No debía suceder así…
Corrí al baño a lavarme la herida y me eché alcohol, pero ya era tarde. El ardor del liquido negro continuaba; ahora más adentro. 
Ella se paró en la puerta, asustada. Cuando la miré, pareció entender. 
—¿Te vas a...?
—Sí... 
El dolor se expandía por mi mano, poco a poco. Ella se fue corriendo al living. Salí del baño para seguirla, y cuando la vi tenía su rama en la mano. 
—Henry, por favor, ándate ahora. No quiero tener que matarte —dijo, sujetando la rama con fuerza.
—No puedo. Ella, tengo que decirte algo importante. 
—¿Qué? ¿Qué es? —exclamó Clara, agresiva.
—Debo tener cinco minutos, más o menos. Voy a tratar de hacerlo rápido.
Ella no bajó la rama, y respiraba pesadamente. 
—Todos ustedes se van a morir, mañana. Antes de que llegue el rescate. 
Ella se quedó mirándome con incredulidad. 
—Yo sueño con el futuro —dije.
Clara corrió hacia mí y empezó a golpearme con la rama, llevándome hacia la puerta. 
—¡Andate! ¡Ya te volviste loco! 
—Mierda, por eso no quería decirles —mascullé, y logré atrapar la rama con mi mano herida—. Te estoy diciendo la verdad. Puedo probarlo. 
—¡Ya andate de una vez! —gritó Clara, mientras seguía empujándome con la rama hacia la puerta.
—Esta noche… va a entrar a la casa un monstruo diferente a los demás… por la ventana del segundo piso —sujeté la rama con más fuerza y Clara ya no pudo empujarme, y continúe hablando—. Va a ser como varios de ellos en uno solo. Mañana en la mañana vamos a encontrarnos con un tipo llamado Clay, acompañado de otro llamado Anthony. Al medio día, este líquido negro va a aparecer en el agua. Anthony va a tomarla y se va a transformar. Por la tarde, el equipo de rescate no va a aparecer. Los helicópteros no van a venir nunca, y vamos a terminar muriendo al infectarnos. —Ella me miraba, escuchándome pero sin cambiar su expresión. Tenía que decir algo más—. Tu madre y tus dos hermanos menores se transformaron esta mañana y trataron de matarte. Eso me lo ibas a decir mañana. 
Ella se detuvo. No me había querido hablar de eso cuando caminábamos hacia acá. Nunca me lo había dicho. Pero me lo iba a decir al día siguiente, cuando le preguntara por qué estaba triste. Aunque fuera doloroso, mencionárselo era lo único que podía hacer para lograr que me escuchara. 
Ella retrocedió unos pasos. 
—Todos se van a morir mañana —repetí.
Ella permanecía callada.
—En cada semana hay un día en el que sueño con los eventos que van a ocurrir en la semana siguiente. Es así desde que llegue a la ciudad. Siempre están en lo correcto, hasta en el más mínimo detalle. Cuando me despierto, anoto todo lo que vi para poder anticiparme. 
Sentía el dolor en las venas de mi brazo. Se estaba expandiendo. 
Ambos permanecimos en silencio.
—No puede ser... No tiene sentido —dijo Ella. 
—Es la verdad. 
—No... Estas mintiendo. Si fuera así habrías visto todo esto. Te habrías ido de la ciudad. 
—Me quede para salvarlos. 
—Somos unos extraños para vos. 
—Mañana no lo serian. Por eso lo hice. No quería que murieran, pero no había otra forma. No tenía como contactarme, y aunque pudiera, no me habrían creído. 
—Pero, entonces, ¿por qué te infectaste? Si podes ver el futuro, ¿por qué no evitaste tu muerte? 
—Porque en cuanto cambia algo ya no puedo saber lo que va a suceder. Cuando nos atacó ese primer monstruo, sabía que me iba a golpear con fuerza. Y por predecir el movimiento y atacarlo de otra forma, me enterré una astilla en la mano. Ese fue mi error, y de haberlo sabido habría recibido el golpe. No quería decirles de esto para evitar cualquier variable impredecible, pero ahora no tengo otra opción. 
Sentía el dolor llegando a mi corazón. Solo tenía algunos segundos. 
Clara no sabía que decir. 
—Tenes que hacerlo vos, ahora. Salvarlos. En mi mochila esta mi cuaderno, con las anotaciones. Tiene escrito todo lo que debía haber sucedido. También tiene información importante sobre la gente trastornada. Cosas de las que nos enteramos mañana y cosas que nos enteramos hasta cuatro días después, que es cuando termina la semana que vi. 
Clara solo me miraba.
—Todo lo que tengo en la mochila va a serles útil... El abrelatas, la comida, la botella con agua limpia... 
—Estás loco, Henry. Andate de acá ahora… —dijo Clara, mientras volvía a levantar su rama.
—Pero si te demostré…
—Seguro lo mencione en el camino acá y ya me olvide. Salí de acá, Henry. No quiero escuchar nada más… 

El dolor seguía haciéndose más grande. Empezó a subir. Y llegó a mi cabeza.

>Clara: Doble confrontación.

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