Jack
estaba muerto. Se había ido. Croft y yo le dimos sepultura y permitimos que
descansara en paz.
Croft
me dejó junto a la tumba mientras él entraba. Fue gracias a Jack que había
sobrevivido… Ahora le debía seguir hasta el final. No podía morir.
Entré
a la casa y revisé lo que eran sus pertenencias. Sus armas, su celular. Mire
las pistolas, y truculentos recuerdos de mis tiempos en la fuerza me vinieron a
la cabeza. Los borré de mi mente y tomé el celular para mí. También tomé su
vieja gorra; me la puse. Me sentí un poco más protegido.
El día
siguió su curso. Miraba hacia afuera frenéticamente, acosado por la idea de que
algo aparecería en cualquier momento. Todo orden se había ido… la seguridad de
la rutina había desaparecido. Temía que pudiera convertirme en una criatura
babeante en cualquier momento; le había pasado a Jack, podía pasarme a mí. O a
Croft. No sabía si eran un acto del demonio o un efecto químico, pero los
efectos eran ineludibles.
Croft
y yo no nos dijimos nada. Eran tiempos difíciles, y no buscábamos ser amigos.
Solo queríamos aguantar un día más.
Por la
noche llegaron dos personas más. Había anochecido temprano, cuando los vimos
por la calle; eran un hombre y una mujer, perseguidos por cuatro de esas cosas.
Croft bajo a tres con las armas de Jack, y ellos pudieron ocuparse del cuarto.
Llegaron
hasta la casa y nos agradecieron.
—Gracias.
En serio. ¿Podemos quedarnos acá? Solo queremos pasar la noche… estoy seguro de
que todos escucharon el anuncio oficial… —Dijo el hombre, Henry. La mujer se llamaba Ella Clara.
Miré
hacia Croft. Sabía que se sentía invadido, y que más gente significaba más
problemas potenciales. Pero aceptamos; no podíamos dejar a alguien en la calle así.
Hacerlo
fue un error. Un par de horas después, sucedió de nuevo. Estaba charlando con
Croft cuando Henry comenzó a gritar. Los gritos se volvieron guturales, como a
dos voces, y oímos que se acercaba un auto. Croft y yo bajamos tan rápido como
pudimos, pero no sirvió de nada. Henry se había convertido, y había empezado a
perseguir a Clara por la calle. Pero un auto se cruzó en el medio y lo aplastó.
Pronto sabríamos que esta acción fue intencional: el conductor buscaba salvar a
Clara. Por lo pronto, la situación era confusa. Todo paso muy rápido. Clara se volvió histérica y trato de atacar al conductor. Croft disparó,
rozándole el brazo a Clara. Sangre empezó a surgir. El conductor salió del auto y se veía herido y golpeado.
Entramos
todos en la casa, donde me puse a vendar la herida de Clara, y ella logró
calmarse tras unos minutos. No lloró por la muerte de su compañero; en sus ojos
solo veía furia. Tuve un escalofrió mientras revisaba como les iba al resto.
Croft
estaba hablando con el conductor. Este dijo llamarse Clay, y también estaba
dirigiéndose a la zona alta por la evacuación. Me pareció un tipo razonable,
pero estaba muy golpeado. No me extrañaba. Esos espantos, esos animales estaban
por todas las calles.
Eran
gente… la gente se trastornó a la vez y en todos lados. Empezó en un solo
momento, y por doquier. Nadie pudo prepararse. Tenía sentido que Clay se viera
así.
Se
hicieron las ocho y cayó la noche. Croft prendió luces y tapó las ventanas. No
quería atraer nada, dijo.
—Son
como personas atrofiadas —dijo Clara.
—¿Eh? —Pregunto
Croft.
—Esas
cosas… tienen mala vista. No te preocupes por la luz. —Croft bufó.
—No me
preocupo solo por ellas —terminó, y tapó otra ventana.
Era el
final del día, y Croft me pidió que me ocupara de la comida. Revisé lo que
teníamos; solo Clara había traído algo. Tenía una mochila que había pertenecido
a Henry. Adentro había galletas, agua y fideos. Iba a servir. Y había algo más:
un abrelatas. Me pareció previsor de parte de Henry, aunque en realidad no
había ninguna lata en la mochila. Era uno multifunción, con sacacorchos incluido.
Parecía afilado. Me pregunte si podía tener alguna otra función, cuando Clara
apareció y me saco la mochila de las manos.
—La
próxima vez pregunta, ¿no? —me recriminó.
—Eh…
Se dio
vuelta y salió de la concina. Me dio un mal presentimiento.
Por el
momento, lo importante era que había llegado a sacar unos fideos.
Los
preparé, y todos comimos en la mesa juntos. Una comida fría y silenciosa.
Mientras
comía, note que Clay tenía una de las pistolas de Jack. Decidí hablarle a Croft
sobre eso luego.
Había
que decidir cómo dormir. Solo había una cama, por lo que propuse que todos
durmiéramos en el suelo en el mismo cuarto, de forma que pudiéramos ayudarnos si
pasaba algo.
—No sé
si es tan buena idea —dijo Clay. Los nuevos no
parecían apoyar la idea de estar cerca de nosotros, relativos desconocidos.
—En
realidad… tiene razón —dijo Croft, quien creí que estaría de mi lado.
—¿Qué? —Pregunté—. ¿Por qué?
—¿Por
qué crees? —Dijo Clara—. No voy a dormir cerca de ustedes y que se conviertan por la noche. Nunca
tuvimos que venir acá…
Su voz
flaqueó en esa última frase, y noté que sus ojos estaban vidriosos. No dijo
nada más, y subió al segundo piso, donde tomó la cama matrimonial como suya. No
me quejé; sabía lo que estaba sintiendo. No sabía que tan apegada estaba a
Henry, pero ser perseguido por tu compañero y que luego te disparen no podía
ser agradable. Además, no tenía fuerzas para enojarme con nadie.
Aunque
Croft era una excepción. Me gire hacia él.
—Buen
trabajo —le dije, refiriéndome a como había alterado a Clara.
—¡Hey!
—se quejó—. Fue un accidente.
—Quizá
me equivoque al darte decisión sobre esas armas. ¿Encima le diste una a Clay?
Clay
nos miraba mientras hablábamos, algo incómodo.
—No
podía dejarlo desarmado —dijo Croft, y me palmeé la cara.
—…Da
igual. Entonces, ¿qué hacemos? —Pregunte, mirándolos—. ¿Nosotros sí dormimos en el piso?
—La
verdad, Nick… ella tenía algo de razón —dijo Clay—. Yo voy a uno de los cuartos
vacíos de arriba, si no te importa.
Entonces
subió arriba y se fue.
Pude
ver la misma mirada en Croft, por lo que entendí el mensaje y subí arriba
también.
Hicimos
camas con las frazadas de más que habían en el cuarto matrimonial y nos
acostamos cada uno en cuarto distinto. Me senté contra la pared; sabía que no
iba a poder dormir, y sospechaba que los otros tampoco. Además, no quería
hacerlo. Cualquier cosa podría pasar durante la noche; preferí estar alerta.
Y la
precaución cumplió. Llevaba una hora, quizá menos durmiendo. Todo estaba en
oscuridad. De alguna manera, ninguna luz venia del exterior.
El
silencio era absoluto… no podía distinguir nada fuera de mi cuarto
desamueblado. La quietud se destruyó en un instante: el sonido de vidrios
quebrándose me levanto enseguida. Tomé mi gorra y el hacha.
Salí
al pasillo a la vez que oía un grito. Me encontré con el horror: una silueta
negra cubría el camino.
La
aparición amorfa parecía una persona, pero era más una masa oscura, con varios brazos
y varias piernas sobresaliendo de los lados. ¿Cuántos eran? ¿Qué era eso?
Parecía
más grande que las otras personas deformadas que había visto. Soltó una especie
de rugido sordo, un ruido que me ponía los pelos de punta y electrizaba todo el
ambiente. Clay y Croft también habían salido; todos estábamos paralizados en
las puertas de los cuartos. Clara, al final del pasillo, chillaba ante el
monstruo. Esta había saltado por la ventana que daba al piso de arriba, y
parecía colgado a la pared con sus varias piernas.
—¿…Qué
mierda es esto? No es una persona —dijo Croft.
No,
debían ser varias; recordé cuando mi mano pareció hundirse en una de esas
cosas. Eso debían ser varias personas, chupadas en una masa que ya no recordaba
a la humanidad. Agradecí el hecho de que no pudiera diferenciar sus rasgos en
la oscuridad de la noche. Solo sus ojos brillaban, diminutos puntos blancos
entre las extremidades en continuo movimiento.
—Hay
que matarla —susurré.
Pude
ver como Clay asentía. El monstruo saltó hacia mí a la vez que le lanzaba mi
hacha a Clay. Me agaché, y la bestia me paso por encima mientras me deslizaba
por el cuarto. Clay se movió para adelante y atrapó el hacha como si hubiera
nacido para eso. Le lanzó su pistola a Croft, que la tomó en el aire y se puso
frente a Clara.
—Y-Y-Yo… —balbuceó ella.
La
criatura cayó al suelo, su objetivo evadido; se dio vuelta furiosa, medio
subida a las paredes. Clay ya estaba frente a ella, y le dio con el hacha entre
los varios ojos. El rugido se volvió agudo, y tuve que taparme los oídos con
las manos. Clay casi dejó caer el arma; un instante que el monstruo aprovechó
para atraparlo con sus manos flacuchas. Clay gritó.
Entonces
Croft se adelantó y apunto las pistolas. Disparó dos veces, dio a las manos y
lleno las paredes de sangre negra. La bestia retrocedió con un bufido. Parecía
enojada. Los tres nos pusimos en guardia. Clay me pasó el hacha y se disponía a
recuperar su pistola, pero Clara apareció de pronto, y se la arrebato.
—Hijo
de puta —le susurró al monstruo.
Empezó
a dispararle. En la negrura, la sangre del ser se mezclaba con su cuerpo. El
monstruo se removió, pero no caía. Dio otro paso atrás, e intuí lo que iba a
hacer, un segundo muy tarde.
Arremetió
contra nosotros, tirándonos a un lado y haciéndonos perder las armas. Todos
gritamos en el choque. Quedamos separados en la habitación, yo con Clara y Clay
con Croft. El monstruo se giró hacia nosotros, con las armas tras él. Croft
podía alcanzarlas si saltaba… Solo teníamos que distraer a la criatura un
momento, pero hacerlo sin armas… Maldije que las ramas de Clara estuvieran
abajo.
Entonces,
Clara sacó el abrelatas.
—¿Qué
hacías con eso? —pregunte en voz alta. Con
las miradas resentidas que había hecho hacía Croft, había temido que
pretendiera lastimarlo a lo largo de todo el día, y ahora resultaba que llevaba
ese abrelatas afilado con ella…
Clara agazapó
la cabeza, pero no respondió.
La masa de brazos y piernas nos miró a los ojos…
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