domingo, 6 de abril de 2014

Dos Noches de Verano — 19 — Nick: Explicar

>Nick: Explicar.

Antes de todo eso había tenido un amigo… Se llamaba Jack, y éramos compañeros en la fuerza de policía. Jack había muerto, bajado por Croft cuando su cuerpo se degeneró. No quedaba nada de lo que él había sido. Jack ya no estaba en la tierra, en ningún sentido de la palabra.
Pero ahora lo veía frente a mí, de pie, portando sus pistolas y su uniforme como si nada hubiera pasado. Y aunque todo lo que sabía me indicaba en contra, no había ninguna señal, ninguna muestra de que no era real; solo estaba ahí, parado tranquilamente.
Jack había muerto, pero ahora estaba frente a mí.
Nosotros también íbamos a morir, a mí tampoco me quedaban muchas horas; pensaba eso hasta que lo vi. Verlo ahí hizo distinto a todo. Quizá podamos lograrlo, pensé, viendo al que incluso había mutado y sin embargo estaba ahí. Pero la ilusión no duró mucho.
Un pestañeo y se desvaneció. Y volví a pestañear, y lo divisé una cuadra más adelante. Como si se hubiera movido muy rápido. Y empecé a perseguirlo, a correr detrás de él como si lo que estuviera persiguiendo fuera la chance de ganar sobre la muerte, de tener una oportunidad más. Pero más que nada necesitaba verlo, necesitaba hablarle; él era la última figura de lo familiar, lo último que me quedaba antes de que todo se hubiese pervertido y yo conociera a toda esa nueva gente, esas cosas nuevas.
Pero Jack seguía alejándose. Y yo corría detrás de él, y corría, y como adentro del negocio cuando el monstruo nos había atacado, esa escena parecía un pasillo de pesadilla; un pasillo cuyo final nunca llegaba.
Hasta que Jack se detuvo.
Se paró en un callejón detrás de tres casas, un camino para bicicleta oculto que era más propio de un pueblito que de la Ciudad. El sol seguía levantado, pero se había eclipsado y la escena se cubría de un resplandor que le quitaba el tiempo a todo. Temí durante un momento el no estar realmente despierto, la locura de la situación estaba ganando terreno en mí, pero mire la chaqueta azul de Jack siendo levantada por el viento hasta que me convencí de que semejante cosa no podía ser falsa.
Jack habló. Por un momento temblé ante la disrupción del silencio, un pánico momentáneo de que al romperlo también desapareciera la situación a mí alrededor y yo despertara.
—¿Qué pasa? —dijo.
Me quede mirándolo.
—¿Qué pasa…? —repetí.
—Si —dijo Jack, tranquilo—. ¿Qué es lo que pasa a tu alrededor?
—N-No entiendo. Jack, yo…
Pero él no me dejo continuar la frase. Extendió su mano derecha y abrió la palma hacia arriba: en ella había un pequeño charco de agua negra.
—¿Qué es esto? —preguntó, como probándome.
—No entiendo. No entiendo… Jack.
Como perdiendo el interés cada vez que mencionaba su nombre, Jack dejo de escucharme y dejo caer el agua al piso.
—¿Qué es eso? —Pregunto una vez más.
—Agua —dije—. Agua negra.
Jack me miró un momento. Nuestros ojos conectaron, y en mi cabeza aparecieron imágenes de una corriente; imágenes de una canilla abierta e imágenes de lluvia. Y en cada visión el agua pasaba se tornaba negra, y entonces vi a Clara, y todo cobro sentido.
—¿El agua corriente se hizo negra? ¿Cómo clara predijo? —dije, sin aliento. De repente, las pistolas de Jack desaparecieron, y volvieron a aparecer en mis manos.
Jack asintió durante un segundo.
Pero ya no era Jack.
La imagen de Jack se había desprendido, como si se removiera una máscara. El hombre que ahora se mostraba ante mí era mucho más alto y se encontraba envuelto en ropas blancas. Pero su forma era indistinguible. Se difuminaba, se perdía entre el escenario. Cuando centraba mi mirada en él, en cualquier punto, este se esparcía. Su visión escapaba a mis sentidos, pero estos me decían que él estaba frente a mí. Empecé a temblar, y casi quise gritar para lidiar con esa frustración. No entendía nada, no comprendía qué estaba pasando a mí alrededor. Todo era demasiado confuso.
—Está bien, no pasa nada —dijo la figura que se había hecho pasar por Jack. Ya no pretendía usar su voz.
¿Por qué me había llevado hasta él? Me había atraído, usando la imagen de Jack.
El hombre en blanco hablo:
—¿Alguna vez oíste hablar de un universo cuántico?
Me miró a los ojos, y vinieron más visiones a mi cabeza… Como si las pensara yo, pero a la fuerza. Se sentía como un tipo de comunicación, como si simplemente fuera un lenguaje que ese hombre usaba. Aparecieron imágenes: vi a los monstruos. La gente deformada. Reconocí figuras que me eran similares; construcciones hechas varias personas, esas deformidades caminantes. Pero también habían formas nuevas: Estrellas, moluscos, grandes gusanos que se retorcían mientras avanzaban. Cosas que nunca había visto. Todo era la misma familia. El pelotón inhumano caminaba entre escombros negros, y todo vibraba con la presencia de muerte que eran ellos y con la que rodeaban todo. Ese hormigueo que traía lo tocado por el negro. Todo estaba plagado por ello; el aire, el espacio.
Parecía mi Ciudad en un estado mucho más decaído. El futuro que Clara había predicho. Donde no solo las personas habían sido corruptas, sino todo. Creí que iba a perder la consciencia, y sacudí mi cabeza una y otra vez tratando de hacer que la imagen desaparezca.
Con las pistolas temblando en mis manos, apunté hacia el hombre de blanco. Todo en expresaba blanco; incluso su pelo se veía blanco, aunque no podía mirarlo directamente. Sin embargo, algo en su conjunto era distinto; su traje tenía botones. Botones rojos. El hombre solo sonrió, complacido.
—Dispará —dijo—, dispará si querés que terminemos.
Pero yo bajé el brazo. Continuaba temblando. Entonces él siguió adelante.
—Esto es un mensaje —dijo, tratando de explicar con palabras y con su lenguaje.
Y hubo otra visión.
Vi a los horrores caminando, y estos volvieron a ser hombres, y lo que era destrucción volvió a ser edificios en pie. La realidad de antes. Las imágenes empezaron a superponerse, de atrás para delante de atrás para adelante; bestias caminando en lugar de las personas, edificios destruidos y erguidos de forma intermitente.
—En las dimensiones superiores yacen horrores —dijo—. Y estas dimensiones pueden bajar y empezar a establecerse sobre la que había. Reemplazándola poco a poco. Cambiando a las personas que habían por sus personas. Y luego cambiando el resto. Esto debería ser una advertencia, pero ya sucedió.
No podía entender nada de lo que estaba diciendo. Perdí la fuerza en los pies, y me contraje en el suelo. Mi mente divagaba.
—Quiero dispararle… ¿por qué es difícil? ¿Por qué no uso armas? —balbucee para mí—. No puedo recordarlo… 
Para mi sorpresa, el hombre respondió.
—Es el resultado de una experiencia chocante que tu mente asoció con las armas a lo largo de tu existencia. Esta experiencia. Vas a hacer que suceda ahora, en unos minutos —dijo.
Me levanté despacio, mirándolo y esperando algo de él. Al final, ese algo llegó. Una nueva visión.
Reconocí mi Ciudad, y vi la destrucción en la que estábamos en ese momento. La gente convirtiéndose, desatándose con violencia. El hombre hablaba a la par.
—Las dimensiones se superponen y empiezan a mezclarse. Una realidad ligeramente diferente… una como es la de los Eldritch… entra en esta y de a poco va tomando su lugar. La gente es reemplazada por el horror. Todo esto fue inevitable, fuera de su control —dijo, hablando con solemnidad, casi disculpándose.
Me apreté la cabeza.
—Podrían subirse a un helicóptero, pero no tienen adonde ir. Esto está pasando en todos lados. No puedo decir hasta donde va a llegar… quizá se detenga luego de reemplazar el agua, de reemplazar algunas personas. Quizá continúe hasta que el sol cambie lugares con una abominación.
Con lágrimas cayendo por mis ojos, apunté mi arma hacia él.
—Hmm —musitó.
Basta, intenté susurrar, pero no logre que salieran sonidos de mi boca. Quería que las visiones se detuvieran. Que todo eso parase.
—Así es como son las cosas —continúo diciendo, sonriente—. Al menos pude llegar y decírselo a una persona de este universo… Cruzar adentro y hacer el intento, al menos pude…
Entonces disparé. Jalé el gatillo, la bala llego hasta hombre y por un instante pude verlo con claridad. Vi su traje blanco y su peinado blanco, y sus botones rojizos que refulgían eléctricamente. Pero entonces todo desapareció, como absorbido por una corriente, y el efecto rebotó hacia mí como un millón de edificios cayendo dentro mi cabeza.
Y me derrumbé bajo la presión infinitamente pesada, y todo se hizo negro. 

◘◘◘◘◘

Desperté en el callejón. Mi primer pensamiento fue que no tenía que estar tan lejos, tenía que apurarme y reunirme con el resto como había prometido. El resto… Clay, Clara, Croft. Me levanté del suelo, me limpié el polvo y descubrí las pistolas de Jack tiradas a unos metros de mí. Me acerque para juntarlas, pero al acercar mi mano me invadió una ola de terror. Corrí la mirada, tratando de ignorarlo, y las deje ahí.
Entonces note que había perdido mi gorra. La gorra que había sido de Jack. De alguna manera, no me importo. Podía aceptarlo.
Todo lo que acababa de pasar… no podía sacar nada en claro de ello. Mi mente estaba demasiado agotada, la decepción había sido la última que podía soportar. No había encontrado a Jack con vida.
Ahora solo quería juntarme con el resto y no tener que tomar más decisiones. Descubrí una moto cerca, con las llaves puestas. Eso iba a ser útil.
Había avanzado por unos minutos cuando me llego un mensaje. Al ver las letras azules que usaba Jack me sobresalte por un instante, pero recordé que Clay tenía ese celular ahora.

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JD: Estamos por entrar al edificio. Tene cuidado. 
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El mensaje era corto pero claro. Me pregunté si ellos estaban bien… Me pregunté cuanto tiempo había estado yo en ese callejón. El tiempo estaba actuando extraño últimamente.
Me vino a la cabeza una imagen del hombre en blanco, pero la corrí. No lo entendía, no me significaba nada más que sensaciones de horror y muerte. No quería pensar en ello nunca más.
Respondí el mensaje diciendo que estaba en camino. Subí a la motocicleta y me puse en marcha.
Tras un par de minutos divisé el edificio; estaba junto a un parque y un complejo de oficinas que me recordó a mi empleo.
Todo estaba en silencio. Subí la guardia, dejé que mi disciplina tomara el control y me concentré, por más que estuviera agotado. Miré alrededor… Podía haber una criatura en cualquier lugar. O en el peor de los casos, adentro del edificio.
Estaba por entrar cuando divisé a uno de los alterados en el suelo. Era un hombre con ropas ligeras, y casi todo su cuerpo se encontraba en estado normal, pero su estómago se abría hacia afuera espantosamente, mostrando una hilera de huesos que se estiraban hacia afuera junto con la piel, ensanchando el agujero que dejaba ver hacia el interior de su estómago. Dios santo, pensé. Su pansa debía haberse deformado y estallado de alguna manera. El suelo estaba cubierto de órganos. Lleno de asco, bajé de la motocicleta y corrí hasta la puerta. La abrí.
Frente a mi había una recepción normal, cubierta de sombras. Había dos escaleras a los lados; supuse que el resto habrían ido por ahí. Me alegro no ver ningún signo de violencia. Subí la mirada al segundo piso… y los encontré. Pero solo vi dos personas.
Cuando mire alrededor, descubrí a Clara esperando junto a la puerta. Hice lo que pude para esconder mi sobresalto.
—Hola —la saludé, algo incómodo.
Ella inclino la cabeza como saludo. Parecía satisfecha de verme en una pieza.
—Creo que estamos a salvo… —explicó.
—Tenemos que llegar a la terraza. Eso es todo lo que importa. Los helicópteros van a llegar en unas cuatro horas, ¿no?
Ella desvió la mirada.
—Henry no estaba muy seguro de eso fuera a pasar.
—Te creo —dije, y Clara pareció sobresaltarse.
Me miro un momento, solo mirándome sin decir nada.
Subimos las escaleras y nos encontramos con el resto.
—Eh, ¿adónde mierda fuiste? —pregunto Croft.
—Em… —balbuceé.
—Da igual —intervino Clay—. Es más importante que nos ocupemos del tema en cuestión.
—¿Tema en cuestión? —pregunté.
—Tenemos que revisar este lugar.
—Concuerdo —dijo Clara—. Cualquier cosa podría servir.
Croft me miró, mientras los otros dos hablaban.
—¿Así que no fuiste a hacer nada?
—Yo… —le dije, y empecé a susurrar. Yo sabía que había mentido sobre el agua de la canilla—. Vi el agua.
Croft ensanchó los ojos.
—Ajá —asentí.
—Bueno… Pues sí. El agua es así —dijo Croft, también susurrando— Pero podría ser una casualidad.
—Pero lo dudo… Lo dudo.
—Croft —le dije—. Si las predicciones de Clara eran ciertas, todo lo demás también podría cumplirse…

Pero Croft corrió la mirada y se alejó de mí. Corrió a juntarse con el resto.

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