jueves, 3 de abril de 2014

Dos Noches de Verano — 17 — Nick: Quebrar los vidrios

>Nick: Quebrar los vidrios.


—Bueno, entonces… —empecé.
Todos estábamos sentados alrededor del negocio, en una especie de círculo. Cada rostro se veía preocupado.
—…Creo que vamos a morir —continué.
Ninguno se inmuto.
—Lo que tenemos para defendernos es un chiste. Afuera está lleno de esas cosas. En seis horas van a estar por acá los helicópteros, pero no tiene caso alguno. Diría que estamos en la entrada de la zona alta, pero a menos que nos pongamos en territorio elevado, como un edificio, no van a vernos. No podemos hacer nada contra esas cosas si alguna fuera a entrar… no podemos salir para intentar cambiar algo.
Nadie hablaba. Croft había dicho que la predicción de Clara sobre el agua negra no se había cumplido, pero él se veía tan consternado como ella. Ningún miembro del grupo parecía protestar contra lo que estaba pasando.
Henry y Jack ya se habían quedado atrás.
Toda la gente que habíamos visto en el camino. Chicos, familias. Cientos de personas debían haber sido devoradas o trastornadas.
Sencillamente, no era justo. No había explicaciones, razonamientos… solo una oleada de dolor descargada sin aviso. Tomé el celular de Jack y lo apreté con fuerza, como ciñéndome a su recuerdo.
—Jack dijo que esto era un castigo del cielo —dije—. Debe ser así. Sí.
Bajé la cabeza.
—Ahora sé que él tenía razón. Todo lo que era bueno se está pudriendo… Todo se va reemplazando lentamente por esa muerte caminante que son las bestias. Incluso vimos cadáveres convirtiéndose. Hasta animales. Va cubriendo todo.
No agregué nada más. Quedamos en silencio unos momentos.
Mi espalda ardía, doliente por la puñalada que había recibido. Clay también se veía agotado. Sin embargo, no veía la misma expresión de derrota en él. Se levantó del suelo, mientras se limpiaba el polvo de los pies. Me dirigió una mirada rápida.
—Voy a tomar aire.
Dijo esto y salió, pasando por la puerta de atrás. Croft y Clara continuaron en silencio, pero era un silencio meditabundo. Recordé que Clara había estado hablando con Clay sobre algo. Me pregunté si ellos habrían llegado a conclusiones diferentes. Ella levantó la cabeza, decidida. Abrió la boca para hablar, pero en ese momento Clay volvió a entrar. Apareció desde la puerta delantera.
—Eh —dije—. Qué… rápido.
—¿Cómo? —preguntó Clay.
—Solo digo, volviste rápido.
Clay gestó una sonrisa tosca, como si creyera que estaba jodiéndolo.
—Salí hace media hora.
Nos quedamos mirándolo durante un momento. ¿Qué estaba diciendo? Entonces Clara se decidió a hablar, aclarándose la garganta.
—Buen… dejando eso de lado, Nick, la verdad pienso que…
—¿Hm? —dije, girándome hacía ella.
—Estas equivocado.
Clara sacó un pedazo del diario de Henry de su bolsillo, y lo apretó en su mano.
—No vamos a morir. Podemos evitarlo hacerlo. Yo tengo fe.
Traté de formular una respuesta.
—Pienso que…
—Yo también tengo fe —dijo Clay—. Morir o vivir es decisión nuestra. —Croft levantó la cabeza—. Nuestra. No es de nadie, no está…
—…Escrito. Exacto —dijo Clara, y partió el papel en varios pedazos.
Croft se apretó la cabeza con las manos, como debatiéndose sobre algo.
—Tengo algo que decir —habló entonces, pero lo interrumpí.
—Yo… no sé. Podemos querer creer que todo va a salir bien. Pero no es así como va a pasar. Lo sabemos, lo sabía Jack.
—“Jack” ya me canso —dijo Clay—. Lo que nosotros hagamos es lo que va a dictaminar el futuro. Si te rendís, sí que vas a morir.
Croft relajó los hombros, resignado. Yo bajé la cabeza, a mi vez.
—Muy bien —dije—. Como digan.
Clay y Clara se miraron, y luego a mí y a Croft.
—No hay momento como el ahora —dijo Clara—. Salgamos ya, por la puerta trasera. Estoy segura de que podemos llegar hasta un edificio.
—Sí —concedió Clay—. Deberíamos…
Entonces, la ventana junto a la puerta principal explotó.
Fragmentos de vidrio volaron por todo el negocio, y un tentáculo negro se metió por el agujero. Empezó a sacudirse frenéticamente, intentando adentrarse más en el local.
—¡Dios! —chilló Clara.
—¡Salgamos! —gritó Croft.
Corrimos hacia la puerta trasera, mientras la criatura empezaba a meter más de su cuerpo, el tentáculo siendo una protuberancia de piel que daba lugar a la cabeza de un hombre. La aparición rugió; el sonido parecía hacer que el lugar se hiciera asfixiante, y mientras corría hacia la puerta el cuarto parecía cerrarse hacia mí, parecía que iba a correr por siempre, con la bestia justo a mi lado. Pero abrí los ojos, y ya habíamos llegado todos fuera.
El negocio de ropa estaba destruido, pasado por arriba como por un huracán. Los vidrios rotos, los muebles lanzados afuera, el techo caído hacia dentro. La calle se encontraba vacía y quieta. Solo nosotros cuatro yacíamos frente al negocio.
—¿Qué…? ¿Eh? —balbuceé.
—¿Y el monstruo? —preguntó Clay.
Miramos hacia la otra entrada, pero no había nada. Tampoco parecían quedar bestias en las calles. Todo estaba en silencio.
Clara miró la hora.
—La una y media.
Los cuatro intercambiamos miradas.
—Pero eso significa… —murmuró Croft.
—¿Pasó una hora en un momento…? —dijo Clay.
Él lo sabía. Yo lo sabía. Días atrás, el espacio se había contaminado, esas cosas habían entrado; y ahora el tiempo también.
—M-Mejor pongámonos en marcha —dijo Clara.
Miramos hacia el horizonte. Un edificio destacaba sobre todos los demás; una torre de negocios.
—Para allá —dijo clara. Empezamos a caminar.
Avanzamos unas dos cuadras. Avanzamos en silencio, pero no; habían ruidos entre cada calle, presencias moviéndose alrededor. No podíamos saber si eran gente, bestias o algo distinto. No se sentía bien. Todo estaba cayéndose abajo, como yo sabía. La caminata, entre la cantidad de autos parados en medio de la calle, era lúgubre.
Entonces fue cuando lo vi.
Yo estaba caminando adelante del grupo, pero me quedé parado. El resto me pasaron de largo por un momento antes de preguntarme qué pasaba. Me gire hacia Clay.
—Toma esto. —Le di el celular de Jack.
—¿Por qué?
—Mira… ¿sabes usarlo?
—Sí —asintió Clay.
Apretó unos botones, y escuche el sonido de un mensaje nuevo en mi celular.

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JD: Si
JD: Por qué? Que pasa?
NS: Espero que no te moleste usar la cuenta de Jack.
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Levanté la cabeza.
­—Tengo que ir a otro lugar —expliqué.
—¿Eh? —dijo Clay.
—¡¿De que estas hablando?! —exclamó Clara—. ¡Estamos por llegar al edificio!
—Eso no importa. Usemos el celular para mantener el contacto. Yo… —dije, mientras empezaba a girar en dirección opuesta.
—Nick —dijo Clay, parándome—. ¿Qué carajo haces?
—No voy a tardar. Voy a reunirme con ustedes. Lo prometo.
Me di vuelta, y empecé a correr, alejándome más y más de ellos.
Todo estaba erróneo. Todo lo que nos rodeaba, el aire, el cielo…
El tiempo… Las cosas que creíamos hechos de la vida.
Yo no podía usar armas de fuego. No después de lo que había pasado.
¿Pero qué había pasado?
No podía recordarlo. No podía ver ningún momento en mis recuerdos que...
No, nada. ¿Por qué no usaba armas?
Sacudí la cabeza y sentí, por un momento, que no volvería a ver al resto, pero corrí ese pensamiento de mi mente.
Ahora todo estaba mal, sí…

Pero quizá algunas cosas podían arreglarse, pensé, mientras giraba en otra esquina, y veía a Jack frente a mí.

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