lunes, 17 de febrero de 2014

Dos Noches de Verano — 13 — Clara: Salida

>Clara: Salida.

Silencio. Silencio y nada más. 
Era irónico como no podía concentrarme en leer porque había demasiado silencio. Silencio de verdad. En toda mi vida en la ciudad siempre había estado el ruido de autos lejanos de fondo; de perros ladrando o de algún aparato en la casa. Ahora, si había algún ruido era tan bajo que lo ocultaba mi propia respiración. 
Ya entendía algo de la letra de Henry, y había leído lo necesario de su diario (que, en realidad, era más bien lo contrario de un registro pasado). Uno pensaría que leer algo así sería sorprendente. Para mí, era una de las cosas más deprimentes que había visto, después de lo que había pasado con mi familia. El momento en que conocí a Henry estaba relatado hasta el último detalle. Y todo era cierto. No era una especie de predicción vaga tipo Nostradamus que se podía interpretar de una u otra forma. Eran hechos concretos y específicos.
Había diferencias, claro. La primera es que las cosas que metía en su mochila eran pocas. Extrañamente, no había mención alguna de un abrelatas. Podía haber traído una navaja suiza o un cuchillo de carnicero; eso habría sido más útil. Pero no; trajo un abrelatas aunque había tenido dos días para prepararse.
La segunda diferencia era nuestro primer encuentro con un deforme. Ahí relataba que la bestia lo golpeaba. Como me había contado, él se había anticipado al golpe, y se enterró esa maldita astilla por eso.
Lo que pensé mientras leía, y lo que me deprimió, es que Henry había sido la única persona en el mundo, quizás en la historia, que había podido cambiar su destino. Todo lo que los demás vamos a hacer ya estaba establecido, aun cuando creíamos tomar decisiones. Henry había podido ver el futuro y elegir si seguir su camino o no. El resto de las personas no teníamos esa opción.
Aun así, no parecía que él realmente usara su habilidad. No era un multimillonario, ni el dueño del mundo, ni nada por el estilo. Aunque también había dicho que solo podía ver los eventos de una semana. ¿Cuantas cosas importantes pasaban en siete días? Pero no podía saber sus razones.
Continuando…
Después de que llegábamos a la casa, Henry había escrito que un monstruo nos atacaba durante la noche. Henry usaba el hacha, Croft las pistolas, y yo escapaba abajo a buscar las ramas y un cuchillo pequeño, pero no se me ocurría lo del ácido. Clay todavía no se nos sumaba y no había abrelatas, naturalmente. Croft sufría una herida en la mano, pero no se infectaba con el líquido negro. Creo que acabar con esa cosa nos costaba más trabajo en el diario.
Luego de eso parecía haber calma. Se cortaba la luz afuera. Unos sujetos tocaban la puerta, pero Henry y Croft los hacían irse. Después algunas criaturas se acumulaban afuera y trataba de entrar otra grande, pero no lo lograba.
Hasta ahí llegue. Era más que suficiente para demostrar que lo que me dijo Henry era cierto. Que íbamos a morir el día siguiente, pero que ahora que todo había cambiado, podíamos salvarnos. Sí, ahora creía que el futuro estaba determinado. Pero también creía que si lo intentábamos con lo que sabíamos había una oportunidad. Teníamos que hacer las cosas para que ocurran en primer lugar.
Pensé en despertar a los otros para contarles sobre todo esto, pero quizá iba a ser mejor no molestarlos. Mañana sería un día horrible y ese podría ser el último momento en el que podremos descansar.
Se abrió una puerta, de pronto, y escuche pasos que bajaban por la escalera. Se oía todo muy claramente, y note que era Clay el que se había levantado. No era mi opción preferida para contarle todo esto, no después de lo del atropello, y temí que pudiera considerarme loca o algo. Pero esa era evidencia muy clara. Era imposible decir que dejara dudas.
Fue llegando a la escalera cuando escuche golpes. No de afuera, si no que de adentro de la casa. Clay estaba golpeando una pared con mucha fuerza. Di media vuelta y volví a mi habitación, rápido pero sin ruido. Hablar con él en ese momento no era una buena idea.
Con el oído pegado a la puerta, oí que el agua del baño corría por un momento, y luego Clay volvió arriba. Daba pasos pesados y lentos, como si estuviera cansado o drogado. Siguió caminando, y me pareció que pasó su habitación, pero no estaba segura. Lo último que oí fue el sonido de ropa frotándose contra una pared. No supe qué era, pero luego de eso volvió el silencio. Por un instante.
Oí un ruido de afuera, y la luz se cortó de improviso. Me sobresalte, claro, pero luego recordé. «Obvio.» La oscuridad era profunda, al igual que el silencio; una profundidad que no debía existir en una ciudad grande. Daba la impresión de que no había nada más que el suelo en el que estaba parada. Al poco tiempo la luz volvió, pero era mucho más débil que antes.
Miré por la ventana. Las luces de la calle seguían apagadas. La única iluminación era la que se filtraba desde las tablas de nuestra casa. Apagué la luz de mi cuarto y, con cuidado de no golpearme contra un mueble, volví a la cama. Era bastante cómoda y grande. Había llegado a sentirme un poco culpable por quedarme con la matrimonial, pero no me preocupé por eso. Más de uno tenía que terminar durmiendo en el piso, de cualquier forma. Me metí con zapatillas y todo, por si acaso, y trate de dormir. No tuve mucho éxito. Solo me varias vueltas y descubrí que dormir con zapatillas era incómodo.
Creo que quizás dormí un minuto o dos. Luego pensé estar soñando aun, pero escuché la voz de un hombre desconocido. Esto no me importo mucho, realmente, pero luego hubo un disparo. A eso sí le puse atención, y a los varios ruidos que siguieron. Luego de unos segundos de confusión entendí que había una pelea abajo. Me levanté a la vez que oía pasos apurados en la escalera y se abría una de las puertas.
—¡Nick! —oí claramente. Cuando miré al pasillo, había manchas de sangre que llevaban a la habitación de Clay.
Nick salió de su habitación, debiendo tener tantas preguntas como yo. Corrimos al cuarto de Clay y nos encontramos a Croft tirado en el suelo, sangrando de la mano.
Casi de la nada, tres sujetos subieron por las escaleras. Los tres se movían rápido y estaban armados. Clay salió del cuarto para ponerse junto a nosotros, y nos quedamos los tres detenidos frente a los intrusos. Ellos se dijeron algo entre sí, y el del bate corrió hacia Croft. Nick fue tras él.
—¿No es esa nuestra pistola sin balas? —dijo Clay en voz alta, luego de unos segundos. El sujeto gruño molesto. Saque el abrelatas de mi bolsillo, y lo agité de manera amenazante para que no intentaran nada.
El sujeto del cuchillo se rio y el otro me lanzó el arma vacía a la cabeza. Me cubrí con la mano, y al siguiente momento los dos venían corriendo hacia mí. Clay saltó en medio y le tomó el brazo al del cuchillo, tratando de quitarle el arma. Mientras tanto, el otro empezó a tirar a Clay y a golpearlo por atrás. De pronto, Nick apareció con el sujeto del bate, desarmándolo. No tarde en tomar su arma, y fui a ayudar a Clay.
Le di al sujeto que le tironeaba en la cabeza. Pero no fue fuerte; había dudado. El tipo se giró hacia mí, dándome un puñetazo. El del cuchillo se las arregló para golpear a Clay contra la pared, tirándolo al suelo, y luego desapareció.
El tipo que me había golpeado agarró el bate y trato de quitármelo, pero me aferre a él con todas mis fuerzas. El sujeto me empujo contra la pared y empezó a patearme. De alguna forma no solté el bate, y aguante hasta que Clay se levantó y me sacó al tipo de encima. Recuperé mi bate y volví a golpearlo, esta vez sin remordimientos. Para finalizar, Clay lo lanzó de cabeza contra la pared.
Nick seguía ocupándose del tercer tipo, así que solo quedaba el del cuchillo. Este no tardó en aparecer, corriendo hacia nosotros. Clay me pidió el bate y, cuando el sujeto se detuvo al darse cuenta, Clay lo golpeo desde arriba. Trató de defenderse con el antebrazo, pero me pareció escuchar que algo se quebraba. Lo derribe con una patada en el estómago, y me quedé con su cuchillo ensangrentado.
De un momento a otro, el ambiente cambio. Pero no podía entender por qué. Se había puesto a llover afuera, pero no era eso. Clay también lo notó… y luego escuchamos hachazos viniendo desde la habitación de Clay.
Entramos corriendo, temiendo por Nick, pero era él quien estaba cortando el cuerpo del intruso. Parecía cruel, pero ese cuerpo no era normal. Su sangre… era negra.
—Nick, ¿qué demonios...? —dijo Clay.
—Se está transformando —dijo Nick, sin dejar de atacar—- No voy a dejar que se levante a atacarnos.
Nick siguió cortando hasta que el cuerpo del sujeto no era más que una enfermiza masa descuartizada.
—Nick —musité—. Ya para.
—Con los primeros quince hachazos fue suficiente —dijo Clay.
Nick dejó caer el hacha y miro al cuerpo unos momentos.
—¿Estas bien, Nick? —pregunté—. Te ves… mal.
—Sí, creo que me apuñalaron en la espalda…
Corrimos detrás de Nick. Efectivamente, tenía una herida en la espalda, y aun salía sangre.
—Dios… —dijo Clay.
—Estoy bien, estoy bien... —dijo Nick, aturdido.
Se acercó a la cama de frazadas de Clay y se sentó, con la cabeza apoyada en las rodillas. Me acerque a revisar a Croft... solo tenía la herida de la mano, que ya no sangraba tanto. No parecía tener nada más.
—Vienen por nosotros —susurró Nick, de pronto.
—¿Eh? ¿Quiénes? —Dijo Clay—. ¿Los monstruos?
—Sí… Los que están en el techo.
Clay y yo pusimos atención. Lo que oíamos no era lluvia. Estábamos ocupados cuando había empezado, y por eso no lo habíamos notado. Pero la diferencia era clara. Había algo en el techo, arañando, tratando de entrar.
Me acerqué a la ventana e intente mirar afuera, pero solo había oscuridad. Aun así, se sentía la presencia de algo; ese cambio en el ambiente cuando el intruso atacado por Nick se transformó.
Me alejé de la ventana. No quería estar cerca de ella.
Oímos un grito desde pasillo.
Clay se asomó a ver, y pasó corriendo. Cuando volvió, había recuperado el hacha, y se veía preocupado.
—Es el que tenía la pistola. Se transformó y está devorando a su amigo —nos dijo, mientras le pasaba el hacha a Nick y se preparaba con el bate. La sola idea de un deforme alimentándose me hacía sentir enferma.
Lo que había en el techo empezó a hacer más ruido. Estaban arañando más fuerte.
Nick se levantó y se puso junto a la puerta con Clay, esperando al monstruo. Yo me arrimé  a Croft y con algo de esfuerzo, ya que pesaba, lo levanté y lo alejé de la puerta. Lo dejé en la cama improvisada y me preparé con el cuchillo, detrás de Nick y de Clay.
Pero el monstruo no vino. Cuando terminó de comer se fue rápido en la otra dirección.
—Pero, ¿qué...? —dijo Nick.
Salimos al pasillo a ver qué pasaba. Solo había un rastro de sangre que llevaba al cuarto matrimonial. Nos acercamos con cautela, moviéndonos despacio… Hasta que oímos el sonido de una tabla golpeando el suelo. «Mierda», dijimos los tres.
Nos apresuramos en entrar a la habitación. Allí, el intruso estaba arrancando las tablas de la ventana. Su cuerpo ahora era enorme y atrofiado, y se movía con los gestos de un animal. Afuera, algo que no podíamos ver empezó a golpear el vidrio. El alterado ya había liberado la mitad.
Clay y Nick corrieron hacia la bestia. Esta se giró y detuvo las armas con sus manos, recibiendo un corte grande por el hacha. Pero no mostro ningún dolor, y empujo a ambos lejos, quedándose con el bate de Clay. Usé el cuchillo y traté de apuñalar al monstruo, pero me vio y apenas pude esquivar al bate.
El vidrio empezó a quebrarse.
Clay se alejó, con el monstruo detrás de él. Levantó el bate de nuevo, pero Clay alcanzó a agacharse, por lo que el golpe dio contra la pared y se rompió en pedazos. Me lancé sobre el monstruo una vez más, logrando enterrarle el cuchillo en el cuello. Empezó a sangrar ese líquido negro, pero continuó en pie. Y seguía blandiendo lo que quedaba del bate, que ahora mostraba una punta filosa.
Se escuchó una quebradura.
Nick empezó a enterrar su hacha en la cabeza del monstruo, dándole repetidas veces, y al final cayó al suelo. Ya no se movía.
Entonces, el vidrio estalló, y pudimos distinguir lo que trataba de entrar.
Clay me empujó fuera del cuarto, justo cuando montones de aves negras entraban por la ventana. Me apoyé en la pared contraria para no caerme, y Nick cerró la puerta del cuarto.
—¡El cuaderno! —grité.
Lo había dejado en el mueble al lado de mi cama.
Adentro podía oírse el revoloteo de las aves. Se golpeaban contra las paredes. Arañaban todo como habían hecho con el techo.
—El cuaderno de Henry está adentro…
—¿Cual cuaderno? —me preguntó Clay.
—No podemos entrar ahí, nos van a matar —dijo Nick, adivinando lo que estaba pensando—. Dalo por perdido.
—No. No... —balbuceé.
—Estamos vivos, Clara —dijo Clay—. Eso es lo que importa.
Pero no vamos a estarlo
—No es el momento de relajarse —dijo Nick—. Hay que ir abajo a cerrar todo. Por algún lado debieron entrar aquellos tipos…
Clay me incitó a que los siguiera. Una vez abajo, vi de donde habían venido todos los ruidos que había escuchado. Objetos tirados por el suelo, la mesa de cristal estaba hecha pedazos. La puerta abierta de par en par, con la ventanilla rota...
Y en el living, una persona.
—¡Eh! ¿Quién está ahí? —exclamó Clay.
Era un chico. Parecía tener 17 y estaba manoseando la mochila de Henry. En cuanto nos escuchó se giró hacia nosotros, asustado.
—¿Venias con los otros? —pregunto Nick, enojado, con el hacha aun en mano.
El chico salió corriendo hacia la puerta, sujetando la mochila. Corrí tras él, y lo alcancé llegando a la calle. Le quité la mochila de un tirón, y entonces sacó una navaja.
—¡Entrégamela! —gritó.
—Pero, ¿qué te pasa? —dije, alejándome de él y sacando mi propio cuchillo. Dio un paso adelante, pero empezaron a llegar las aves.
Nos atacaron con las garras de sus patas. Me di la vuelta y corrí de vuelta a la casa, cubriéndome la cara. Atrás, el chico gritaba mientras las aves caían sobre él.
Nick cerró la puerta tras de mí, y Clay usó una escoba para golpear a las dos aves que me habían seguido. Una vez aturdidas, Nick finalizó una con el hacha, y Clay inmovilizó a la otra. Nick se acercó y le cortó la cabeza, pero siguió aleteando.
—Debe ser hija del pollo Mike —dijo Clay, mientras Nick la remataba. El ave dejó de moverse, y empezó a sangrar negro.
Ambos se giraron hacia mí y me revisaron las heridas del brazo.
—¿Estas bien?
—Sí. No pasa nada —susurré. No estaban preocupados por mí, sino porque no me transformase. Me observaron un poco más, hasta que el sonido de un vidrio trisándose llamo su atención. Venia de la ventanilla de la puerta. Rápidamente clavamos una tabla más para cubrirla.
No quedaba nada más. Nos relajamos un poco, tanto como la situación lo permitía, y subimos a ver a Croft. Seguía inconsciente. Lo cargamos a la habitación de Nick, por el hecho de que ahí no había un cadáver, y nos encerramos a esperar a que las aves se fueran. Íbamos a tener que cambiar de casa. No iba a ser agradable vivir donde había habido muerte.
Nos curamos las heridas y las cubrimos. No había terminado la noche y ya estábamos en este estado. ¿Cómo podíamos esperar llegar a la mañana? Y según Henry, ni el día siguiente iba a ser suficiente…
Había perdido el cuaderno. Lo que necesitábamos para sobrevivir… lo había perdido. Henry había dicho que también había escrito una lista de características de los monstruos; predicciones de los ataques del día siguiente...
Había perdido demasiado.
¿Porque había ocurrido eso? En el cuaderno, esos tres tipos no entraban en la casa. ¿Qué había cambiado? ¿Fue algo que Croft dijo? ¿Qué Croft no dijo? Mucho había cambiado solo porque Henry ya no estaba.
Croft se despertó a los pocos momentos. Cuando Nick terminó de explicarle lo que había pasado, me decidí a hablar. Tenía que explicar lo de Henry, por qué el diario era tan importante. Tan bien como pudiera.
No dijeron nada mientras hablaba. Me escucharon en silencio. Cuando terminé, solo se miraron entre ellos.
—Clara... ¿estás bien? —dijo Nick.
—¿Qué?
—La verdad, creo que la situación te está afectando —dijo—. Perder a Henry, Clay llegando en su auto y la bala de Croft… y todo lo demás.
—Les estoy diciendo la verdad. Si no lo dije antes fue porque yo tampoco estaba segura.
—Em… —musitó Croft—. Clara, lo que decís es, tipo, lo que dicen los volados de la tele cuando hablan de los ovnis y las pirámides.
—No, no estoy alucinando —dije— Les hablo en serio...
Nick no parecía divertido.
—No podemos tomarte en serio cuando hablas de predecir el futuro y declaras que nos vamos a morir porque Henry lo dijo —soltó un resoplido—. Henry estaba afectado en esos últimos minutos.
—Me parece infinitamente más creíble pensar que el estrés te está haciendo mal —concedía Croft.
Clay estaba sin decir nada, solo mirando al suelo. Lo miré, sosteniendo algo de esperanza.
—Clay, ¿vos que decís? ¿Me crees? —le pregunté. Él levanto la cabeza.
—Em, esto… —Clay se detuvo un momento—. Pues concuerdo con Nick y con Croft. Todo eso no me parece bien.
Se hizo un silencio entre todo el grupo.
—Ya veo —dije.
—No te culpamos, Clara —dijo Nick—. Solo descansa un poco y pensá bien...
—Quizás el cuaderno siga en una pieza —sugerí—. Al menos puede quedar la parte importante. En ese caso, vamos a poder ver…
—Pues me gustaría mucho ver eso, aunque bien podrías haberlo escrito vos. —Sentenció Croft.
—El libro tiene varias predicciones, y todas se cumplieron. Solo sería cosa de que veas...
—¿Se cumplieron todas? —dijo Croft— ¿Entonces por qué no nos avisaste antes de que nos ataquen unos hombres? Me habría ahorrado todos esos golpes…
—No funciona así. Se suponía que Henry iba a seguir vivo, y por eso cambio todo. Estaba escrito que esos hombres se iban luego de llegar…
—Ah, claro —interrumpió Croft—. Qué conveniente, ¿no?
—…Porque eran vos y Henry quienes les decían que se fueran. Ahora imagina que hubieran sabido que éramos más de dos. ¿Habrían entrado?
—Bien pensado, pero eso no significa nada. Como los que creen en fantasmas, siempre hay excusas. No tengo porque creer tus desvaríos hasta que vea uno cumpliéndose.
—Solo descansa, Clara... —dijo Nick.
Traté de recordar lo que había leído. Si podía predecir alguna cosa, quizá iban a creerme. Henry sabía que las aves llegarían, y luego de eso...
—Va a venir un monstruo y va a golpear las paredes desde afuera. Va a tratar de entrar, pero no lo lograra.
—¿Eso es una predicción? —dijo Nick.
—Em, predecir que va a llegar un monstruo es como decir que va a llover en Londres —dijo Croft.
Mala idea. Pero aun recordaba lo que había dicho Henry.
—Y… Y… Mañana al medio día el agua va a salir como ese líquido negro.
Los chiquillos solo me miraron desganados. No dijeron nada. Me fui a mi rincón sola, a esperar. Ya se iba a arreglar todo…
Luego de una hora, más o menos, las aves dejaron de revolotear en el techo y cuarto matrimonial. Nos levantamos y fuimos a nuestras habitaciones. Abrí la puerta de mi cuarto lentamente, por si aún había algún ave. Los hombres se juntaron detrás, no sé si por curiosidad o por si ocurría algo. Comprobando que no había nada, la abrí completamente.
El estado del cuarto nos reafirmó lo peligrosas que eran esas aves.
Las paredes, el suelo, el techo, la cama, los muebles. Todo había sido arañado por completo. Había pilas de aserrín en el suelo y un poco en el aire. La espuma del colchón había sido arrancada, a pesar de las frazadas que había encima. A unos centímetros de lo que alguna vez tuvo forma de mueble estaba el cuaderno. O algunos pedazos de él.
Me arrodillé a revisarlos. Aún tenía la esperanza de que quedara algo en una pieza. Pero no. Todas las hojas habían sido hechas pedazos demasiado pequeños.
—…Todos nos vamos a morir —susurré.
—Insisto. Esto parece bastante conveniente —dijo Croft.
—¿Cómo podes llamar conveniente a esto? —le grité.
—Es conveniente que no podamos leer tu libro de predicciones.
—Clara, insisto en que deberías tratar de dormir un poco —dijo Nick.
—No estoy desvariando.
—Lo estás —dijo Nick—. Digo, ¿predecir el futuro? ¿En serio?
—Si hubiera podido sacar el libro…
—Solo nos confirmaría lo que ya sabemos. —Hubo un poco de silencio, y finalmente Nick suspiro.
—¿Qué pensas, Clay? No dijiste nada.
—No me importa mucho, la verdad —balbuceó—. Pero diría que… simplemente está loca.
—¡No estoy loca! —le grité.
Se quedaron callados un momento, y me di cuenta de cómo soné. Me levanté y me quité el pelo de la cara.
—No estoy loca —dije, con más calma—. Como les dije, mañana al mediodía el agua va a salir con ese líquido negro. Entonces van a tener su prueba. 
—Ugh, como sea —gruñó Nick—. Creo que lo mejor será prepararnos para irnos a otra casa apenas salga el sol.
Clay y Croft asintieron, y salieron del cuarto. Miré los pedazos del cuaderno por última vez, y salí cerrando la puerta. Fui al living, a recostarme en uno de los sillones.
No sabía cómo íbamos a morir. No sabía cuánto tiempo se retrasaría el equipo de rescate. No sabía qué más podía suceder de entonces en adelante.
Quizá todo había sido todo en vano. Quizá la muerte de Henry no había valido nada. Habría sido mejor que hubiera escapado de la ciudad y se hubiera salvado él solo.
Lo más probable era que fuéramos a morir. En el peor de los casos, convertidos en esos monstruos. Para luego morir otra vez. Como mi familia.

Parecía que lo había perdido todo menos la vida, y eso no duraría mucho. 

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