Ya
paso, me decía. Ya paso.
Las
aves se dispersaron solas, o al menos la mayoría. Los gritos y disparos se
redujeron considerablemente. Aun así, tres helicópteros habían caído y el otro se
había ido. El rescate se había esfumado..
No sabía
si Henry había llegado a esa situación exacta, pero su predicción se había
cumplido. Justo como todas las demás.
Había
dicho que saber el futuro permitía cambiarlo. Que la menor mención del futuro
cambiaría nuestras decisiones. El futuro que había visto tenía varias
diferencias, hasta en los lugares en que los íbamos a estar.
Entonces,
¿por que habíamos cometido el mismo error? ¿Por que habíamos perdido el rescate
de todas maneras?
Abajo,
las personas se deshicieron de las aves que quedaban. Algunos empezaron a
aclamarnos. La mayoría se alejó tan rápido como les fue posible. A unos pocos
simplemente no les importaba, y ayudaban a los heridos.
Bajamos
las escaleras hasta el primer piso, y al mirar afuera nos encontramos un grupo
de gente que nos esperaba con sonrisas.
Un
hombre se abrió paso entre la pequeña multitud con una expresión mucho más
seria; enojada. Su altura también era mucho más grande. Nick se acerco a mí y
me susurró: «Ni una palabra de nada, a nadie».
Quise
pasar el mensaje a Clay y a Croft, pero el hombre llegó frente a nosotros y nos
quedamos quietos. Clay acercó su mano al bolsillo donde tenía la pistola, pero
el hombre sacó la suya antes.
—Ni lo
intentes —dijo, y Clay bajo el brazo con cautela. El hombre hizo lo mismo—.
Quiero saber quiénes son ustedes y cómo mataron a ese demonio.
Nos
miramos entre nosotros, y Clay, que estaba al frente, habló primero.
—No
somos nadie importante. Solo un grupo de suicidas. —Habló con una ligera risa, pero el tipo alto no se mostro convencido.
—Yo ya
vi a esos demonios de negro. Vi uno al que las balas no le hacían nada.
—Pues...
—musitó Clay, y temí que estuviera a punto de admitir algo.
—Pues
a nosotros sí nos resultó —interrumpió Nick—. Pero quizá
fue suerte. Estuvimos muy cerca de él. —Clay se giro para mirarlo,
pero Nick lo ignoro.
—¿Qué
tan cerca? —pregunto el hombre, dudoso.
—A centímetros.
Pero
no parecía creernos ni una palabra.
—Ni
siquiera un idiota se enfrentaría a uno de esos demonios.
—Como
dijo mi compañero… somos suicidas —respondió Nick, manteniendo
el acto.
El
hombre alto no hizo más que suspirar.
—Como
sea… No tengo ganas de seguir discutiendo. Mientras maten bichos y no personas…
El
sujeto se dio la vuelta y se retiró. Nos miramos entre nosotros durante un
momento y luego salimos de la municipalidad. Muchas de las personas que estaban
afuera nos preguntaron qué habíamos hecho. Algunos querían saber qué sabíamos
de las sombras; no éramos los únicos que las habían visto. Aun así, no respondíamos
a nada y seguíamos nuestro camino.
Fuera
del edificio el ambiente no era para nada bueno. Había muchos muertos
alrededor, pero todos mostraban heridas de balas en la cabeza. Pensé que era lógico;
había que evitar que se levantasen como deformes. De los helicópteros caídos, uno había provocado un incendio. Aunque no parecía
tener para mucho rato más, pues la lluvia que caía era muy fuerte.
Nos
dirigimos a nuestro auto y nos subimos, pero no partimos a ningún lado.
—¿Qué
rayos fue eso? —dijo Croft, apoyado contra el manubrio—. Lo del tipo ese…
—No
era más que curiosidad. No tenemos de qué preocuparnos —dijo Nick.
—Un montón
de la gente que había abajo se alejó después de que matamos a la sombra —dijo
Clay—. Creo que tuvieron miedo de nosotros...
—Seguro.
Igual, como dije, no tenemos de qué preocuparnos.
—¿Qué
crees vos, Clara? —me preguntó Clay.
—¿Eh…?
Que no es nada de qué preocuparse —respondí, repitiendo a Nick.
Pero este me miro, preocupado.
—Clara,
¿te pasa algo?
—Estoy
bien.
—¿Segura…?
—Estoy
segura de que estoy bien, Nick. Empecemos a movernos.
Croft
suspiró y miró alrededor.
—¿Y ahora
hacia dónde?
—Busquemos
alguna casa. Lo más probable es que el siguiente equipo de rescate vuelva a
este mismo lugar —dije.
—Si es
que vuelve alguno —susurró Clay.
—Miren,
tenemos que… evitar morir hoy —exclamé—. Solo tenemos que aguantar un poco más.
«Todos se van a morir mañana». Solo había
que aguantar por ese día…
Croft encendió
el auto. Lentamente, nos adentramos en las calles por donde habíamos llegado.
Solo necesitábamos una casa cercana.
Un
lugar de dos pisos, a dos cuadras, pareció suficiente. No nos costó mucho
entrar y, una vez adentro, preparamos algo de comida con algunas cosas que
encontramos. No era mucho, pero serviría para calmar el hambre que nos había
acompañado todo el día.
Empezamos
a bloquear puertas y ventanas. Rompimos algunos muebles para tener más tablas.
Solo dejamos libre la puerta de entrada, y decidimos que íbamos a hacer
guardia. Después de todo, no creía que fuéramos a dormir esa noche, tampoco.
Me
puse a buscar en la casa por cualquier objeto útil. Croft estaba en la cocina, revisando
el agua de la canilla. Empecé a buscar en los muebles de abajo por si había
algún cuchillo grande, pero todos tenían tamaño para plato.
—¿Buscas
un cuchillo? —dijo Croft—. Ya revisé, no hay nada.
Seguí
buscando en el resto de los muebles, de todas formas. Si esa familia comía
carne tenía que tener un cuchillo grande para prepararla.
—Parecer
que vas a buscar igual, como quieras —me dijo Croft, secándose las manos.
En los
cajones solo había condimentos y cubiertos viejos.
—¿Sabés?
Al mediodía sí salió líquido negro en vez de agua.
Arriba
de un estante solo había cucharas de palo y de plástico. Si no habían puesto
ese cuchillo arriba por los chicos, ¿dónde estaba?
—Pensé
que debías saberlo, y… ¿me estas escuchando?
En los
muebles de la parte de abajo encontré algunas ollas y una pequeña caja de cartón
cerrada.
—No me
escuchas, ¿no?
Era un
tanto pesada, y al agitarla oí un sonido metálico. Usé uno de los cuchillos
pequeños para cortarle la cinta adhesiva.
—¿Qué
es eso? —dijo Croft, acercándose.
Dejé
el cuchillo a un lado y abrí la caja. Como sospechaba, eran cubiertos. Cucharas
grandes, chicas, cuchillos mantequilleros, con dientes... pero ningún cuchillo
grande.
—¿Y
eso de abajo? —marcó Croft, señalando a una esquina.
Quité
los cubiertos de la caja y...
—Oh,
no me digas.
—Un
abrelatas —dije.
Lo
levanté para verlo mejor. Al mirar la caja vi que había varios más. Todos eran
iguales. Más que eso; eran como el de Henry.
—Esto
me da algo de… escalofríos. ¿Crees que también funcionen?
—No sé,
Croft. No…
Pof.
—¡Santa…!
Me pegue
contra el mueble, instintivamente. La lámpara había refulgido y se había
apagado. Quedamos en completa oscuridad.
—¿Croft…?
¿Estás ahí? —dije, temiendo encontrarme
en la oscuridad de otra sombra. La oscuridad hacía que el miedo volviese.
Pensamientos oscuros. No habíamos matado a las sombras; habían desaparecido. ¿Y
si querían vengarse…?
—Sí,
estoy acá —respondió Croft, desde el mismo lugar donde estaba antes—. Creo que
se quemó el foco.
—Pensé
que solo se quemaban cuando se encendían —dije mientras trataba de ver algo, sin éxito.
—Esperá.
Oí
como los pasos de Croft se alejaban hacia la puerta que daba al living y la abría.
—No… Creo
que se apagó toda la casa.
Croft
anduvo hacía el comedor, chocando con un mueble en el camino. Soltó un auch y
abría la puerta.
—Sí,
se cortó todo. —Tanteó la pared y presionó un interruptor varias veces, sin
resultado.
—¡Croft!
¡Clara! ¡Clay! —se escuchó la voz de Nick.
—¡Estoy
con Clara en la cocina! —respondió Croft.
—¡Estoy
en el baño! Enseguida voy.
Oímos
como alguien bajaba las escaleras con cuidado, y se acercaba. Golpeó algo en el
camino y tiro algún objeto al suelo, y luego la puerta se abrió.
—Se cortó
la luz —le dijo Croft apenas lo escucho entrar.
—No,
¿en serio? —pregunto Nick, sarcástico.
—Si,
en serio —respondió Croft, no sé si molestándolo o no captando el mensaje. Oímos otra puerta abrirse lentamente.
—Chicos,
se cortó la luz —aseguró Clay desde la cocina.
—Otro más… —dijo Nick. Y de pronto, la luz volvió.
—¡Puta mierda! —chilló Clay, saliendo de
la cocina.
Croft
y Nick corrieron a la puerta y miraron adentro, horrorizados. Cuando corrí a
ver que sucedía, Nick se interpuso.
—¡No,
Clara! —Me bloqueó el paso y me
alejó de la puerta.
—¿Qué
pasa? ¡Díganme! ¡¿Hay alguien adentro?!
—No
hay nadie, pero… Por favor, Clara. Quedate acá y no mires. Acabas de pasar por
lo del techo y no creo que…
Miré a
Clay, que había puesto un mueble para tapar la puerta y se apoyaba en él. Él me miro de vuelta, pero no dijo nada. Solo dio un paso atrás, quitó
el mueble y me dejo pasar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario