domingo, 18 de mayo de 2014

Dos Noches de Verano — 27 — Croft: Hablar

>Croft: Hablar.

La nube de aves rodeaba al helicóptero. La nave empezó a precipitarse contra el suelo, y el impacto la convirtió en una bola de tierra y humo. Cientos de pedazos de metal salieron volando, con varios restos del helicóptero cayendo frente a nosotros. Otras personas nos rodeaban y miraban con asombro lo que sucedía.
—¡En el techo! ¿Qué es eso? —gritó alguien. Una silueta se encontraba sobre el techo de la municipalidad, mirando el espectáculo calmadamente y gesticulando como un loco.
Quedaban tres helicópteros, y las aves empezaron a rodearlos también. Era difícil distinguir su número, pues la luna estaba oculta y no había luces cerca. Un grupo seguía rodeando el lugar del choque, mientras se escuchaban disparos viniendo de él; los pilotos seguían con vida.
Antes de que pudiéramos reaccionar, otro helicóptero se desplomó contra la tierra. Explotó al contacto, creando una gran llamarada que ilumino todo el lugar por unos segundos. Vi, con horror, como la cantidad de aves llegaba a bloquear el cielo.
La silueta en el techo se movió y gritó algo. No pude entenderla, pero antes de que pudiera preguntar sonó un disparo a mi derecha. Una de las personas de la multitud llevaba un rifle y lo había apuntado contra la figura en el techo.
A pesar de las llamas, la figura se mantenía indescriptible. Si las balas le habían dado, no demostró daño alguno. Solo se volteó… y miró hacia nosotros.
Nos llegó un murmullo desde su dirección, seguido por una risa fuerte. Entonces, la nube de aves se rompió y comenzó a dirigirse hacia nosotros. Arriba, en el cielo, un helicóptero seguía luchando por mantenerse en el aire, pero el otro ya había decidido alejarse del lugar.
Las personas no tardaron en ponerse a correr. Algunos, los pocos con armas, disparaban a las aves, mientras que los otros volvían a sus autos. Las nubes empezaron a hacer llover. Clara señalo la municipalidad y empezó a correr hacia ella. Nick gritó que era una locura, pero la seguimos de todas formas.
El edificio era grande, de una calle de largo y cuatro pisos de alto por lo menos. Mientras nos acercábamos, miré hacía el techo y noté que detrás de la silueta surgía una especie de cúpula. Corrimos hacia la entrada principal del lugar, cubriéndonos en un segmento de columnas con techo que tenía la fachada. Una vez ahí dentro, las aves parecieron ignorarnos.
—¡Entremos! ¡Antes de que se den cuenta de nosotros! —gritó Clay. Pasó un auto hacia los helicópteros.
—No voy a entrar ahí —dijo Nick—. Lo que sea que está en el techo no es humano.
—Si subimos podemos alcanzar los helicópteros —dijo Clay—. Y al menos vamos a estar seguros contra esas cosas. —Empezó a correr hacia la puerta.
—Tiene razón —le dije a Nick, y empecé a seguir a Clay.
Pero la puerta no abría. No era seguro salir a buscar una entrada entre los pájaros, así que pensé en dispararle; pero había vaciado la pistola contra la cosa vestida como militar. Clay sugirió entrar por las ventanas, pero notó que tenían rejas. Se escuchó un rugido por donde había ido aquel auto. Nick y Clara llegaron tras nosotros y simplemente decidieron derrumbar la puerta.
Al final, la puerta cedió a sus empujones. Apenas tocó el suelo, entramos corriendo.
La poca luz de las ventanas nos mostraba una recepción destruida, con sillas y muebles destrozados por todo el lugar y manchas de agua negra decorando las paredes. Clara trató de encender las luces, pero el encendedor no servía de nada.
Hubo un momento de silencio hasta que Clay habló, sugiriendo lo que nadie quería escuchar.

—Tenemos que subir.


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